Uno de estos compromisos es el
N°7 por el cual los Estados prometen “Garantizar
la sostenibilidad del Medio Ambiente”. Encuadrado en el mismo, figura como
meta, la reducción del consumo de combustibles sólidos. Esto tiene que ver no
sólo con el medio ambiente sino también con las condiciones de morbi mortalidad
de la población expuesta a los humos de cocina, principalmente mujeres y niños
menores de 5 años que son los que más horas permanecen al interior de sus
viviendas. La Organización Mundial de la Salud certificó ya hace algunos años
que la leña mata. La aplicación publicitaria de esta terrible realidad es “El asesino en la cocina” para referirse
al humo de leña usada para cocción de alimentos y calefacción.
Cuando nuestro país desarrolló su
avance al año 2008 (8 años después del Compromiso)[1]
reportó, entre otras cosas que “Entre los
años 2004 y 2007 el consumo de combustibles sólidos aumentó en 11.93%”. Adicionalmente
señaló que “En cuanto a los combustibles sólidos
de biomasa, el consumo de leña se ha incrementado desde el año 2004, aumentando
su participación en 10.32%.”
Probablemente la vergüenza
resultante de reportar este terrible retroceso y revelar la absoluta carencia
de programas sociales para desterrar el consumo de leña, mientras se gastaban
miles de millones de Nuevos Soles en subsidiar las gasolinas de alto octanaje y
hasta los contaminantes petróleos residuales, hizo que se cometiera tremendo
error en un documento oficial pues la variación de la participación no se mide
en tanto por ciento sino en puntos porcentuales.
En efecto la declaración había sido cierta, verificándose
esto con la información del Balance Nacional de Energía 2010 elaborado por el
Ministerio de Energía y Minas en que se muestra como, de consumirse el año 2004
un total de 72,838 Terajoules (TJ) provenientes de leña en el sector doméstico,
se había pasado a los 80,316 TJ con, efectivamente, 10.3% de crecimiento entre
los años 2004 y 2007, un tremendo contrasentido a la unánime vocación mundial
que busca desterrar su dañino consumo doméstico.
¿Se imaginan cuál sería nuestra vergüenza
como nación si presentáramos oficialmente, de la misma forma los resultados del
año 2010 en que el mismo Balance señala un consumo final residencial de 97,338
TJ de energía procedente de la leña, incrementándose 67.5% sobre el año 2008?
Peor aún; con muy poco resultado favorable que mostrar y empeñados en una
campaña de masificación del gas natural que no señala cuál es su meta de
atención para el sector rural que usa leña pues esta probablemente sea de CERO.
Una de las principales
explicaciones que se da en el Balance de Energía para el explosivo crecimiento
del consumo de leña es “…su consumo tenía
una tendencia decreciente. Algunos consumidores de Kerosene pasaron a usar GLP
pero en las zonas rurales se volvió a utilizar leña en el uso cocción…” No
sólo esto, el consumo energético de bosta (estiércol) en el sector residencial
igualmente creció un terrible 56.1% entre los años 2008 y 2010.
A pesar de ello, de la
información proporcionada por el INEI se desprende que el año 2010 tuvimos en
el Perú 2.8 millones de personas en cuyos hogares se utilizó combustibles
sólidos para cocinar (1.6 millones de ellos correspondientes al área rural). Este
mismo año se consumieron en total 6.4 millones de TM de leña, lo que representa
un consumo de 6.4 Kgs diarios de leña per cápita. Mientras tanto nuestro
Ministro de Energía y Minas señala en su Nota de Prensa del 23-03-2012 “…Que el GLP se llevará
también hacia las zonas rurales beneficiando a 50 mil familias al año…”, una
meta sumamente ridícula y que no favorece la inclusión social para un país que
tiene los recursos como resolver la gravedad de la situación entre los más
pobres.
[1] Informe
de Cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio / Perú – 2008 Pág.
31 – 32 -PCM
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