Iniciando el año, nuestro Presidente Dr. Alan García Pérez, señaló a través de la agencia oficial de noticias Andina y refiriéndose a la elevación de los precios internacionales de los hidrocarburos:
“… que el Perú ha tomado todas las previsiones y precauciones para estar blindado ante los efectos que pueda tener el alza internacional del precio del petróleo, el cual está cerca de 100 dólares por barril.”
Agencia Oficial de Noticias ANDINA 03-01-08
Semejante declaración, en mi concepto, no hacía sino mantener una cultura del derroche energético, del subsidio indiscriminado, del seguir haciendo las cosas como hasta ahora, sin planificación y de una ineficiente utilización de los recursos obtenidos por el Gobierno Central (obtenidos vía tributos).
Seguramente que una evaluación económica mínima señalaría que los 1,000 millones de Nuevos Soles que ya se han aplicado (800 más 200 en actual gestión), para mantener subsidiados (asistidos les dice el Gobierno), los precios de los combustibles en el mercado interno tendrían un mejor costo de oportunidad si se dedicaran, por ejemplo, a atender con GLP envasado a los hogares rurales del Perú tanto para que cocinen sus alimentos en condiciones sanitarias mejores que las actuales así como para generación eléctrica en localidades dispersas. En este uso alternativo se logran reducir gastos por atención de enfermedades, se aminora la deforestación por la eliminación del consumo de leña, se libera al ama de casa y sus menores hijos de la penosa tarea de recolectar leña y se mejora la calidad de vida de 2 millones de hogares que aún la utilizan en nuestro país para cocinar.
El subsidio indiscriminado favorece el contrabando y la venta especulativa. Así, mientras en Chile un balón de 10 Kg de GLP en octubre 2007 se comercializó en 17.18 USD, en nuestro país se vendió a 10.98 USD, (es decir allá es 56% más caro). De esta manera también algunos vivos encontraron la manera de obtener mayores ganancias exportando al hermano país. Pero este, el del GLP es sólo un caso en que la no utilización del costo de oportunidad para las decisiones de política económica incrementa las inequidades.
Veamos por ejemplo, el caso de las gasolinas motor, el Estado paga a las refinerías nacionales precios de importación por su venta en el mercado local cuando por otro lado estas mismas refinerías exportan casi la mitad de su producción total y a menores precios (casi 5 US$/Bl más barato). De esta manera se beneficia el consumo irracional de gasolina y la proliferación de camionetas 4x4. ¿Se ha analizado seriamente este caso? Creemos que no. Y eso que la exportación es de 750 MG/DC (setecientos cincuenta mil galones diarios).
En el caso de los petróleos residuales la situación es semejante. El Gobierno paga a las refinerías locales por sus ventas en el mercado interno precios de importación mientras este combustible no es importado, sino más bien todo lo contrario, es exportado por las mismas refinerías en proporciones que más que duplican la venta local (137% más en octubre 2007). Esto se ha señalado en infinidad de oportunidades pero no se hace nada, absolutamente nada por corregirlo.
La respuesta de las autoridades del Ministerio de Energía y Minas cuando se les señaló con oportunidad los peligros del alza de precios internacionales de los hidrocarburos ha sido inicialmente (con inocultable tozudez), que esto obedecía a la estacionalidad y que bajarían a lo largo del 2007 para cerrar en equilibrio entre la aportación y la compensación. Llegamos a señalar incluso que los precios no bajarían pero insistían en que tenían el Fondo de Estabilización de Precios. Creo que de esta manera finalmente han defraudado la confianza popular y le han creado al Gobierno una papa caliente de la que no creo vaya a salir bien librado por las dimensiones que viene adquiriendo el subsidio. Seguro Alan pensó que era cierto lo que le decía el Ministerio y sus técnicos y así ahora tiene que enfrentar un subsidio de 50 millones de Nuevos Soles semanales contra los que no creo que el país este blindado, como él señala.
El Presidente Alan García dijo hoy que Perú entrará a una "economía de guerra", pese a registrar la mayor expansión económica en la región, frente al aumento en el precio del petróleo, el cual -advirtió- podría obstaculizar el crecimiento del país।
Perú 21 (Fuente DPA) 05-01-08
Perú 21 (Fuente DPA) 05-01-08
Felizmente, hoy sábado 5, leo a través de la agencia alemana de noticias DPA que nuestro Presidente al parecer ha reaccionado o ha escuchado mejor lo que le puede haber aconsejado la sensatez de algunos asesores, supongo yo. No es buena señal para nadie el que un país subsidie sin discriminación y aleje al consumidor de las reglas del mercado. Eso genera mayor riesgo país y expectativas inflacionarias en los agentes (así la inflación del año 2007 ha más que triplicado la del año 2006), quienes en verdad no creen en el blindaje. Y el desembalse será siempre más grave que el traslado directo y progresivo.
En todos los países con manejo serio de la economía se viene enfrentando la crisis de precios del petróleo no con subsidio sino con el ahorro de combustibles y la promoción de energías alternativas, pero no para dentro de cuatro o cinco años sino para ahora, de inmediato. (Ver por ejemplo el caso español). Seguir por eso hablando del Fondo de “Estabilización” es un contrasentido y los Decretos Supremos que aprueban más y más subsidios deberían sincerarse y no tomar como referencia decretos de Urgencia (que no sabemos si el Congreso los ha evaluado o no, como es su obligación), basados en un supuesto balance entre aporte y compensación que no funciona, ni funcionará en el corto plazo.
Aunque el Presidente podría estar hablando en términos políticos más que económicos al referirse a la “economía de guerra”, me permito recordar por si acaso que significa este término para los economistas. Según el Diccionario Económico de Nuestro Tiempo de Manuel Serra Moret, son “las limitaciones y direcciones impuestas a la producción y a la distribución, el racionamiento de artículos de consumo y materias primas, la regulación del comercio exterior, y la contracción de todas las actividades a los fines de defensa, de producción de materiales bélicos, conscripción del trabajo, aumento temporal de impuestos, fiscalización de beneficios, ahorro forzoso, aumento de la deuda pública, etc.”
Más comúnmente, y para resolver la negada orientación hacia el conflicto armado, Wikipedia dice que “se denomina economía de guerra a la que se aplica en momentos históricos de fuertes convulsiones violentas, sean o no conflictos armados, o en periodos de extrema autarquía y que tiene por objeto mantener el funcionamiento de las actividades económicas indispensables para un país, procurar el autoabastecimiento, desincentivar el consumo privado, garantizar la producción de alimentos y controlar la economía nacional desde el Estado. Entre las actuaciones fundamentales se encuentran… medidas de ahorro del consumo energético… establecimiento de reducciones del consumo privado, que puede incluir el racionamiento a la industria y a las familias.”
Estamos pues alertados que quizá la sensatez temporalmente perdida se recuperara pronto con la promulgación de verdaderas medidas de economía de guerra aunque los efectos pudieran ser dramáticos por haber dejado pasar el tiempo sin hacer nada, absolutamente nada en términos económicos reales más que escuchar cantos de sirena.
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