Imagínese usted por un momento, que es Director de una empresa estatal peruana de petróleo. La gerencia general de dicha empresa le presentó para su aprobación el 15-11-2011 un presupuesto del estado de ganancias y pérdidas para el año 2012 en el que estima que en dicho año la empresa ganaría 418.9 millones de PEN antes del impuesto a la renta (AIR). Está tan cerca del cierre del ejercicio 2011 que piensa que el pronóstico de utilidades tiene que tener una elevada certeza. Por lo demás, ya se estima que al cierre del 2011 la empresa ganará 763.8 millones de PEN AIR y, aunque el presupuesto de utilidades 2012 resulta un 45.2% menor, igual lo aprueba, aunque de seguro le habrá recomendado al gerente general que ponga todo su conocimiento y experiencia en lograr por lo menos el resultado presupuestado que equivale apenas a un 2.7% de las ventas netas, 3 puntos porcentuales menos que el del 2011; igual lo aprueba.
Como tiene experiencia en directorios de empresas privadas sabe que el gerente general y todo su equipo se jugarán la vida por cumplir con el objetivo económico planteado, pues un mal resultado podría significar su pérdida de confianza, la pérdida del puesto, así como la pérdida de incentivos económicos (bonos) y que de seguro presentarán sus renuncias antes que sean despedidos por malos resultados.
Por lo demás se trata necesariamente de lograr dividendos para sus accionistas, los mismos que tienen invertido un patrimonio de 2,663.5 millones de PEN al 31-12-2011. Espera además que como la plana gerencial incrementó sus remuneraciones en 24.5% el año 2011 pasando de 10.4 a 13.0 millones de PEN se trata de funcionarios competentes, quizá disputados por las empresas privadas, conocedores del mercado y que se capacitan constantemente.
En su yo interno usted hace caso omiso a que tal utilidad presupuestada resulta muy forzada, pues el 50% de la misma le han indicado que se generará recién en el IV° trimestre y que en el Ier trimestre apenas si se logrará el 4.7% de la utilidad prometida para todo el ejercicio. Aquí usted peca de complaciente pues no podrá exigir buenos resultados sino hasta el último trimestre del año, cuando ya no hay posibilidad de corregir los errores.
Con posterioridad a esta aprobación presupuestal la empresa reparte, obligada por ley, 10% de las utilidades del ejercicio 2011 a los colaboradores, incluidos el gerente general y todos los funcionarios, esto es un total de 56.3 millones de PEN.
Adiciónele como beneficio adicional que, en su negociación con el sindicato de trabajadores administrativos (supervisores), la empresa estatal aprobó el 24-08-2012 otorgarles un incremento de remuneraciones de 7% sobre el sueldo básico al 31-12-2011, además de un bono especial por “única vez” de 18,250 (dieciocho mil doscientos cincuenta) PEN correspondientes al “cierre de pacto”. Claro que esto en el marco de un presupuesto de utilidades AIR de 418.9 millones de PEN.
Al término del año 2012 los resultados de la empresa estatal arrojan una utilidad A.I.R. de 116.6 millones de PEN, equivalentes a 0.9% de las ventas netas, la tercera parte del objetivo de utilidad sobre ventas que había usted Sr. Director aprobado en el presupuesto. Por otro lado, esta utilidad resultó ser la sexta parte de la presupuestada y aprobada en su Directorio del 15-11-2011. Le ofrecieron ganar 418.9 y resulta en 116.6 millones de PEN, o sea 72.2% menos.
¿Y ahora? ¿Qué hace? ¿Cómo responde frente a la Junta de Accionistas?
Ah ya, en la sesión de directorio del 18-12-2012 aprobó una tercera modificación presupuestal, cuando el año casi está terminado y ahora indica que el estimado de utilidades AIR 2012 ya no será de 418.9 originales sino de 202.0 millones de PEN, 1.5% de las ventas netas. ¿Un presupuesto del año, revisado ya casi a su término? ¿No es igual de malo? ¿Responsabilidades? Nada ¡Todo va a estar bien!, imagínese usted Sr. Director
NOTA: Cualquier parecido con alguna empresa pública en el Perú, no es pura coincidencia
PEN = Nuevos Soles
PEN = Nuevos Soles
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